REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN
AÑO4 NÚMERO 9 MAYO - AGOSTO 2002

CARTA DE LA DIRECTORA

Agenda para un consenso
Las advertencias de Monterrey

El Consenso de Monterrey fue el documento aprobado en la Conferencia Internacional para el Financiamiento del Desarrollo organizada por las Naciones Unidas en marzo del presente año en dicha ciudad al norte de México. Más de 150 países estuvieron representados y asistieron alrededor de 50 jefes de Estado para abordar viejos problemas, como el desarrollo, la equidad, la deuda externa, el orden internacional y la pobreza, pero que habían sido eliminados de la agenda social del desarrollo a partir de los lineamientos establecidos por el conocido Consenso de Washington.

Cierto es resaltar la importancia de retomar dichos temas, sobre todo a raíz de la precarización del trabajo y el aumento de la pobreza que ha traído la globalización principalmente en los países del tercer mundo. Sin embargo, las grandes expectativas que generó la Conferencia fueron opacadas por la realidad de los acuerdos en dos sentidos: 1) El monto comprometido por los países ricos dentro del programa de Asistencia Oficial para el Desarrollo (AOD), fue modesto e insuficiente pues no rebasó la meta ya acordada de canalizar 0.7% del PIB de los países industrializados. 2) Porque la Conferencia de Monterrey abrazó los mismos principios del Consenso de Washington, a saber: apertura de las economías a la inversión del capital extranjero, tanto en inversión directa como en cartera; la liberalización del comercio como motor del desarrollo; la permanencia del esquema internacional sobre el pago de la deuda externa y, sólo en el caso de países pobres muy endeudados, la posibilidad de condonación de la deuda.

En América Latina, el tema del desarrollo, la distribución del ingreso y la pobreza han formado parte de la agenda intelectual y política de manera permanente desde los años treinta. A lo largo de estos años, podemos constatar que la historia económica no ha sido siempre la misma. Por ejemplo, en el periodo 1960-1980, el producto interno bruto de América Latina y El Caribe creció 2.3% promedio anual; en contraste con el periodo de la globalización de 1981-2000 donde el crecimiento fue 0.25%.

¿Dónde se han ubicado los nuevos obstáculos al crecimiento latinoamericano en la globalización? Podemos destacar cinco principalmente: la deuda externa, la apertura de los mercados y el rompimiento de las cadenas productivas, las crisis financieras de la globalización, la concentración del ingreso y, por su importancia, el problema de la corrupción.

La deuda externa

A finales de la década de los años setenta se modifica el esquema del endeudamiento externo latinoamericano. Éste se duplica a causa de la sobreliquidez de recursos financieros derivada de la crisis del petróleo en 1973, donde los bancos necesitaban colocar los depósitos provenientes de los países árabes. Consecuentemente, el endeudamiento externo en América Latina alcanzó el monto de 330.7 mil millones de dólares en 1982. Desafortunadamente, esta situación empató con una circunstancia internacional donde las tasas de interés en Estados Unidos se duplicaron para el año de 1980. El impacto sobre el pago del servicio de la deuda externa fue enorme. No es sino hasta 1989, y ante la dramática situación económica conocida como la década perdida, que Estados Unidos impulsa el Plan Brady donde reconoce la corresponsabilidad del cambio en el esquema del endeudamiento para América Latina y la necesidad de impulsar medidas de condonación de montos de la deuda y la fijación de tasas de interés moderadas con el propósito de coadyuvar a que la región retomara el crecimiento económico.

Si bien, el Plan Brady trajo beneficios, éstos fueron insuficientes, y el pago del servicio de la deuda externa ha seguido constituyendo uno de los obstáculos principales al crecimiento de la región. Por ejemplo, en 1999, América Latina destinó 56.3 mil millones de dólares al servicio de la deuda externa equivalente al PIB total de Uruguay, Ecuador, Panamá, Nicaragua y Honduras juntos en dicho año.

Bajo estas circunstancias es indispensable retomar los principios que inspiraron el Plan Brady y diseñar una nueva versión que, aprovechando la experiencia anterior, permita condonar montos significativos de la deuda y reestructurar el resto de ella considerando que las actuales tasas de interés han llegado a niveles muy bajos (alrededor de 3% anual).

La apertura comercial y el rompimiento de las cadenas productivas

La globalización en América Latina ha impulsado una apertura comercial unilateral sin tomar en cuenta las grandes diferencias en infraestructura y productividad existentes entre los países desarrollados y los países en desarrollo. Durante el proceso, se han desarticulado las pequeñas y medianas empresas, tanto de la manufactura como del sector agrícola, de sus vínculos tradicionales como proveedores de insumos de la gran empresa y, al mismo tiempo, de la producción de artículos finales para sectores importantes del mercado interno.

Por lo anterior, tal como ha sucedido en Europa, los países en desarrollo deben matizar sus estrategias de integración a la economía mundial impulsando políticas prudentes de apertura comercial, que incluyan medidas proteccionistas temporales y la creación de Fondos de Compensación, con el propósito de evitar tanto el rompimiento de las cadenas productivas en las naciones, como las consecuencias sociales negativas que origina el desempleo y la contracción del mercado interno.

La crisis financiera de la globalización

La liberalización de los flujos financieros entre los países ha sido la otra cara de la globalización. Sin embargo, para que los flujos de inversión en cartera fueran posibles hacia América Latina era necesario que se superaran las etapas de hiperinflación y su impacto negativo en las macrodevaluaciones. Así, a finales de los ochenta se diseñó una nueva política de estabilización que utilizó la tasa de cambio para controlar la inflación inercial. La seguridad en la estabilidad cambiaria generó de manera exitosa el control de la inflación, situación que permitió la entrada de importantes flujos financieros.

Sin embargo, la rigidez de la tasa de cambio por motivos de política inflacionaria aunada a la entrada de capitales contribuyeron progresivamente a sobrevaluar las monedas de los países latinoamericanos. En el plano productivo, la sobrevaluación de la moneda cancela todos los esfuerzos de modernización y competitividad impulsados por las empresas para enfrentar la apertura comercial. En los hechos, la sobrevaluación se traduce en un subsidio para las importaciones (productores extranjeros) y en una carga impositiva no oficial para las exportaciones (productos nacionales). Cuando la realidad llega a situaciones extremas por el aumento del déficit comercial y los inversionistas en cartera se vuelven cautelosos, los gobiernos impulsan políticas de recesión para evitar la fuga de capitales. De esta manera, el escenario queda constituido y preparado para el desenlace de la devaluación y el regreso de las crisis recurrentes. Una vez que se supera el límite financiero de la crisis con la combinación de la devaluación y la ayuda financiera internacional para garantizar los pagos de la inversión en cartera, el crecimiento regresa sobre las bases del mismo modelo. De tal suerte, las crisis financieras de la globalización refuerzan tanto el problema del endeudamiento externo como el rompimiento de las cadenas productivas y agudizan los problemas de la distribución del ingreso.

Por ello, en el contexto actual de la globalización, América Latina está obligada a replantearse su estrategia de liberalización financiera. Los capitales especulativos deben tener un espacio muy restringido y por ningún motivo someter a toda una economía a la sobrevaluación para atender la demanda del capital financiero internacional.

La concentración del ingreso

En los últimos 20 años no solamente los países ricos se han vuelto más ricos y los pobres más pobres; sino que al interior de las naciones, el sector de ingresos más altos ha aumentado su participación en el ingreso y los sectores de más bajos ingresos la han disminuido. Podemos afirmar que, otro rasgo distintivo de la globalización ha sido el aumento de la pobreza. Sin embargo, es importante reconocer que la estrategia de crecimiento con equidad es posible aún en las circunstancias económicas antes descritas. En gran parte depende de la voluntad política del gobierno, empresarios, trabajadores y del colectivo social que de manera decidida impulsen, con creciente productividad, un nuevo esquema de relaciones laborales y de políticas públicas que sienten las bases de un nuevo pacto social orientado al reconocimiento de los derechos económicos y sociales de los ciudadanos y a la búsqueda del bienestar colectivo en un modelo económico incluyente.

El problema de la corrupción

Es necesario reconocer que la corrupción es un mal endémico que existe en las sociedades latinoamericanas, que ha generado una fuerte desarticulación social, una falta de prospectiva colectiva y una ineficiencia económica extrema, en una coyuntura internacional que exige una mayor capacidad competitiva. Superar este lastre social es una tarea urgente que sólo se resolverá si se crean nuevos espacios institucionales de participación ciudadana, de rendición de cuentas y de evaluación de proyectos. De poco serviría que la Asistencia Oficial para el Desarrollo asumiera un papel relevante si los recursos pueden ser mal empleados y no llegan a sus verdaderos destinatarios.
El Consenso de Monterrey nos muestra la importancia de abordar un tema trascendente planteado desde finales de la década de los setenta, que implica reflexionar en torno a la construcción de un nuevo orden económico internacional que simultáneamente reconozca las aportaciones y que atienda los grandes problemas que la globalización ha mostrado. Que busque como propósito medular globalizar una mejor calidad de vida en todos los países con irrestricto respeto a cada particularidad sociocultural. Ningún crecimiento económico puede ser valioso si en el camino queda perdida la esperanza de la humanidad.


Revista Trayectorias
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